En Blay Beach, cocinamos con el calendario en la mano y el Mediterráneo a nuestros pies. Sabemos que los mejores sabores no se fuerzan: se esperan. Por eso, nuestra cocina se adapta al compás de la naturaleza, a lo que el mar ofrece en cada marea y a lo que la tierra da según el sol, el viento o la lluvia.

Cocinar con lo que llega, no con lo que se impone

Aquí no congelamos el tiempo ni forzamos productos fuera de su momento. Si hay gamba roja de Dénia, es porque está en su punto. Si hay erizos, es porque el invierno los ha traído en su plenitud. Nuestra carta se mueve, se transforma y respira con el entorno. Y eso no es una limitación: es una oportunidad.

Cada estación tiene su encanto

  • Primavera: La huerta despierta. Llegan las habas, los guisantes, las alcachofas. En el mar, se empieza a ver más variedad de pescado azul. Nuestros platos se llenan de frescura, color y aromas verdes.

  • Verano: Es la temporada reina del tomate, del melón, de la sandía. Los arroces brillan, los pescados se asan con el mínimo toque, y los vinos blancos y rosados ganan protagonismo. La cocina se vuelve ligera, vibrante y mediterránea en estado puro.

  • Otoño: Vuelven los sabores intensos. Los primeros boniatos, setas, calabazas. En el mar, es época de sepias, calamares y algunos túnidos. Los platos ganan cuerpo, calidez y matices tostados.

  • Invierno: Tiempo de marisco en su punto, de los primeros cítricos, del arroz meloso, del fuego lento. Cocinamos con calma, con mimo. Es la estación del producto puro, del sabor concentrado y de los clientes que vienen a reconectar con lo esencial.

La importancia del origen

Trabajamos con proveedores locales, que entienden que cada cosecha, cada jornada de pesca, depende del cielo y del mar. Respetamos su trabajo, y lo llevamos al plato con el mismo cuidado con el que ellos lo recogen. Porque una cocina de temporada es también una cocina de confianza y cercanía.

Volver en otra época es volver a otro Blay Beach

Nos encanta cuando un cliente nos dice: “no era la misma carta, pero me ha gustado igual o más”. Porque eso significa que ha vivido dos Blay Beach distintos, con la misma esencia. Uno con atún rojo a la brasa y tomate rosa, otro con arroz cremoso de sepia y alcachofa. Y ambos le han contado algo del mar y de la tierra en ese momento.

En un mundo donde todo parece estar siempre disponible, nosotros seguimos creyendo en lo efímero. En el valor de lo que solo pasa una vez al año. Y en compartirlo contigo, plato a plato, estación a estación.